Tercera Orden
      [266]

 
   
 

     Algunas instituciones medievales, co­menzando por los "Hermanos menores" fundados por S. Francisco de Asís, organizaron la rama masculina y la femenina y añadieron un tercer grupo para los seglares que deseaban vivir un apostolado concreto y una espiritualidad bajo una norma. San Francisco tuvo una hermosa visión de tres monedas de oro y entendió que Dios le pedía fundar también una asociación no estrictamente religiosa, pero regular, para que los adheridos a ella vivieran conforme al Evangelio.
    La idea franciscana cuajó en otros institutos, que fueron generando en su entorno, además de la forma femenina para las mujeres llamadas por determinada vocación, los grupos de seglares o, a veces, de sacerdotes no vinculados por la obediencia y la disciplina. Viviendo en el mundo, se sometían a una regla para tender a la perfección según su condición peculiar y participaban del carisma y de la espiritualidad con plena entrega al espíritu del Instituto matriz, pero con independencia administrativa y con autoridades propias.
    La Tercera orden franciscana fue aprobada por Honorio III en 1221. En 1401 la Iglesia aprobó a los terciarios agustinos, en 1405 a los dominicos, en 1450 a los carmelitas, en 1506 a los religiosos míni­mos, en 1751 a los trinitarios y a los premostratenses, en 1871 a los oblatos benedictinos. Por regla general a los miembros de tales grupos se les denomina "terciarios", lo cual no significa que sean de inferior categoría a los primarios o secundarios, sino que poseen unas características peculiares y bien defini­das          

         

  Algunas instituciones medievales, comenzando por los "Hermanos menores" fundados por S. Francisco de Asís, organizaron la rama masculina y la femenina y añadieron un tercer grupo para los seglares que deseaban vivir un apostolado concreto y una espiritualidad bajo una norma. San Francisco tuvo una hermosa visión de tres monedas de oro y entendió que Dios le pedía fundar también una asociación no estrictamente religiosa, pero regular, para que los adheridos a ella vivieran conforme al Evangelio.
    La idea franciscana cuajó en otros institutos, que fueron generando en su entorno, además de la forma femenina para las mujeres llamadas por determinada vocación, los grupos de seglares o, a veces, de sacerdotes no vinculados por la obediencia y la disciplina. Viviendo en el mundo, se sometían a una regla para tender a la perfección según su condición peculiar y participaban del carisma y de la espiritualidad con plena entrega al espíritu del Instituto matriz, pero con independencia administrativa y con autoridades propias.
    La Tercera orden franciscana fue aprobada por Honorio III en 1221. En 1401 la Iglesia aprobó a los terciarios agustinos, en 1405 a los dominicos, en 1450 a los carmelitas, en 1506 a los religiosos míni­mos, en 1751 a los trinitarios y a los premostratenses, en 1871 a los oblatos benedictinos.   Por regla general a los miembros de tales grupos se les denomina "terciarios", lo cual no significa que sean de inferior categoría a los primarios o secundarios, sino que poseen unas características peculiares y bien definidas